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sábado, 28 de febrero de 2015

23 pequeños monstruos cuellicortos... y una botellita de Actimel.

No es mi intención el hacer publicidad de ninguna marca o producto... pero es que esta historia no se entiende sin conocer la botellita en cuestión.

Andábamos entrando en clase el otro día, y yo peleándome con mis 23 monstruitos asalvajados para que se colocaran en orden y en fila para dejar sus abrigos colgados en el armario y sus deberes sobre mi mesa, cuando un olorcillo fuerte y penetrante a Actimel llegó a mi sensible pituitaria... no le di mucha importancia en el mismo momento porque estaba intentando hacerme oír entre mis pequeños monstruitos para evitar que se mataran entre ellos por colarse en la fila del armario mientras otros hablaban a voz en grito de sus novedades de las últimas horas y yo me desgañitaba pidiendo que dejaran los deberes en mi mesa, algunos se dan cuenta de los deberes cuando entrego los del día a las cinco de la tarde... uuyy!! seño... que se me ha olvidado dejar los deberes...
O cómo aquel que tuvo desaparecido su cuadernillo de deberes de lengua durante una semana y el de matemáticas durante dos!!

Cuando ya tenía todo más o menos controlado, 10 minutos después de entrar al cole y la mayoría sentados en semi silencio, excepto un par de empanados que aún traían sus deberes... cogí las libretas para corregir y ahí el olor a Actimel ya fue insoportable...
¿Pero... qué pestuncio es éste?
Y ya fue cuando mi mano topó con algo húmedo y pringoso procedente de varias de las libretas de mis alumnos...
Pero qué...???
Varias libretas pringadas del líquido blanquecino estaban ahora entre mis manos y chorreando sobre mi mesa.
Miré cuál era la más pringosa para descubrir al culpable y...
NIÑOOOOOOOOOO!!!!
UY, seño...
Trae la mochila volandoooooo!!!

Por suerte, como buen empanado que es, mi monstruito ni había bajado su silla, ni guardado su mochila que colgaba de su mano a mi lado inundada en Actimel con las demás cosas flotando dentro.
Libretita para apuntar exámenes completamente empapada en Actimel, libreta mediana (que no se para qué narices  la llevaba en su mochila porque yo no la había pedido) chorreando, pastelito de chocolate en su bolsita de plástico rezumando...
Saqué todo con dos dedos, y aún así me pringué, y lo fui colocando sobre papeles de periódico que siempre tengo reservados en clase para estos casos y otras emergencias hidráulicas varias...

Vacié la chorreante mochila en una de las papeleras mientras juraba en hebreo para mis adentros y el monstruito, a mi lado, se limitaba a decir "uy" con una medio sonrisa bobalicona en la cara...

Hubo Actimel en sus deberes, libreta y cuadernillo de matemáticas, en los de sus compañeros y en mi mesa... cuando saqué la botellita estaba casi llena!!! así que le dije que cogiera un pañuelo de papel y se guardara lo que quedaba hasta la hora del recreo.

Pero ahí no quedó todo!!!
A la hora del recreo no se tomó su Actimel... que había dejado olvidado encima de su mesa... claro, y pasó lo que tenía que pasar... mi monstruito empanado tiró su Actimel por toda la mesa y el suelo alrededor a eso de las cinco de la tarde, cuando ya cabreada como una mona cogí la dichosa botellita con dos dedos y la tiré a la basura...
Una vez abajo la mamá del mosntruito empanado vino a hablar conmigo y le expliqué todo lo que había pasado mientras la pobre mujer ponía los ojos en blanco y el peque su sonrisa bobalicona....

Cuando ya había conseguido que los 23 monstruitos desaparecieran de mi vista por la puerta del cole en dirección a sus casas llegó la limpiadora...
BUFFF!!! qué peste a Actimel agrio!!!
No me lo recuerdes mujer, que llevo apestada desde las 10 de la mañana!!!

Os aseguro que nunca una botellita tan pequeña de Actimel había dado para tanto!!!

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